Estamos muy de acuerdo con esta afirmación, pero no la hacemos nosotros. O al menos Tot per Benicarló Beni-Gazlum no somos los primeros. Simplemente compartimos las palabras del propio concejal de Hacienda quien como máximo responsable del área económica lo admitía durante el transcurso de la última sesión del pleno del Ayuntamiento. Que lo reconozca ya es un adelanto, aunque a nuestra ciudad de poco le sirve. Pero sí, efectivamente el presupuesto llega tarde y mal.
Tarde porque es la herramienta imprescindible para llevar a cabo las políticas del equipo de gobierno. Tarde porque debería estar en funcionamiento desde el pasado mes de enero, cuando empieza el año. Tarde porque ahora comienza el periodo de exposición pública que demorará su puesta en marcha un mes más. Tarde porque dentro de cuatro semanas (sí, cuatro) Benicarló elegirá al nuevo gobierno sin que el presupuesto de 2023 esté en funcionamiento. Tarde porque el mes de agosto es el mes de vacaciones y tarde porque, para cerrar el año contable, el departamento de Tesorería no acepta facturas correspondientes al mes de diciembre. Eso significa que en lugar de trabajar las cuentas durante doce meses, Benicarló debe hacerlo en cuatro.
Tarde y mal. Mal porque para más inri esto viene sucediendo desde que el mismo concejal se hizo cargo del área de hacienda. Y de esto hace ya ocho años. Mal porque los últimos cuatro años este concejal ha tenido dedicación exclusiva, con un sueldo más que generoso. Mal porque durante este mismo tiempo el PSOE no lo podía tener mejor para sacar adelante los números teniendo una mayoría absoluta en el Ayuntamiento. Y mal porque, además, el mismo presupuesto aprobado por el equipo de gobierno contabiliza hasta tres reparos del señor interventor. En definitiva, la gestión de uno de los pilares básicos del Ayuntamiento de cualquier municipio, como es la economía, está resultando nefasta.
Ocho años sin que Benicarló apruebe su presupuesto en el tiempo y en la forma que corresponde suponen un atraso inmenso para el normal desarrollo y progreso de nuestra ciudad. Muchas oportunidades perdidas, mucho trabajo pendiente y demasiados proyectos que lejos de ver la luz, ni siquiera se han iniciado. No resulta extraña la improvisación en tantas obras y decisiones que ni la ciudadanía considera prioritarias. Demasiadas cortinas de humo para tapar las verdaderas carencias de un municipio que necesita un proyecto real, de presente y de futuro. Pero también una gestión coherente que refleje el Benicarló que queremos. Nuestra ciudad va a la deriva, pero El 28 de mayo tenemos una oportunidad necesaria. Nos mueve la ilusión, pero también las urgencias de nuestro pueblo. Tenemos la hoja de ruta hacia un plan de ciudad que relanza nuestra capitalidad. Volveremos a proyectar la referencia comarcal que nunca deberíamos haber perdido.